Es un miedo más universal y general de lo que parece a simple vista: el temor al ridículo supone un gran sufrimiento para muchas personas que se sienten paralizadas y víctimas de sus propios límites. En más de una ocasión, este temor se mantiene vivo porque la persona no se da la oportunidad de tener nuevas experiencias positivas.
Es decir, por ejemplo, alguien puede sufrir al hablar en público porque recuerda que en una ponencia lo pasó fatal. Sin embargo, si desde entonces, no lo ha vuelto a intentar, no se ha dado la oportunidad de generar expectativas buenas. Entre otras cosas, porque generalmente, la primera vez siempre es la más difícil, la que supone más esfuerzo y pone a prueba las debilidades de un profesional. La experiencia es un grado, nunca te olvides de este punto.
Por esta razón, para avanzar a nivel laboral, se debe superar el miedo al ridículo y así poder lograr los objetivos. Esto se consigue a través de la autoestima. Es decir, fortaleciendo el concepto que tienes de ti. Para ello, incluye una lista de objetivos que has alcanzado y de los que te sientes muy orgulloso. Añade también el nombre de contactos profesionales que has hecho y que mantienes porque te hacen sentir bien. Para finalizar, añade algunas decisiones que fueran difíciles para ti dentro del plano laboral, y te sientas satisfecho de ellas.
Por otra parte, cuando seas víctima del pensamiento negativo de que puedes hacer el ridículo hazte la siguiente pregunta: ¿Qué es lo peor que puede pasar? Cuando respondes a esta pregunta, recobras un contexto diferente, El miedo al ridículo es humano pero se supera. Cualquier profesor tiene cierta sensación de fragilidad en su primer día de clase. Sin embargo, a base a exponerte a situaciones que te suponen esfuerzo, creces mucho más.