La evolución del negocio avanza hasta su máximo potencial en un punto clave de su desarrollo: la consolidación. Ese momento en el que puedes poner en valor los éxitos alcanzados hasta entonces, pero también es un buen momento para sentar las bases del crecimiento hacia nuevos objetivos. La etapa de consolidación no es un tiempo de confort en el que seguir la dinámica de las acciones mantenidas hasta el momento. Como emprendedor tienes la oportunidad de identificar fortalezas pero también de implementar nuevas medidas destinadas a mejorar la estabilidad del proyecto.
La evolución del negocio
Esta etapa de consolidación es posterior a la fase de crecimiento del negocio, un ciclo definido por los datos positivos en ventas y resultados. La consolidación viene a alimentar ese éxito previo con la atención y el trabajo invertido en esta fase con el fin de cuidar el proyecto.
Un proyecto vive una realidad dinámica y no estática. Un proyecto consolidado no es garantía de un éxito atemporal en el futuro como muestra el ejemplo de aquellos negocios que estuvieron bien posicionados en su sector y que en algún momento cerraron sus puertas. Por ejemplo, esto es lo que está pasando con algunas librerías en el presente.
¿Cómo impulsar la etapa de consolidación de un negocio?
A través de la planificación que aporta un orden a las decisiones y acciones llevadas cabo en este escenario teniendo en cuenta cuál es el objetivo principal. Una consolidación que afecta a toda la estructura del negocio. A partir de la seguridad que ofrece esta fase es posible tomar nuevas decisiones de cambio. Por ejemplo, el horizonte de la diversificación.
Sin embargo, todo cambio plantea ventajas e inconvenientes que conviene valorar antes de tomar la elección final. A través de la diversificación empresarial, una empresa puede sorprender a sus clientes con la propuesta de nuevos productos o servicios.