Ser un jefe perfecto es un ideal tan exigente como ser un empleado sobresaliente. Sin embargo, el impacto que un buen jefe tiene en la organización es evidente desde el punto de vista de los recursos humanos. ¿Cuáles son esas propiedades que conviene enumerar en este rol?
Autoridad
El concepto de la autoridad no solo es observable en el ámbito académico, sino también en el ámbito profesional. Un jefe con autoridad es aquel que asume su competencia con conocimiento de causa. ¿Y en qué puede fundamentarse esta autoridad? Por ejemplo, en el conocimiento experto.
Humano
Los trabajadores valoran a un jefe que no excluye de su labor la cercanía emocional, especialmente, cuando existen circunstancias de dificultad para el empleado. El jefe ideal es aquel que no es lineal en sus comportamientos, es decir, adopta una actitud de flexibilidad para concretar la respuesta adecuada en cada caso.
Cercano
Un jefe perfecto es aquel que realmente está presente en el día a día de la organización y los empleados observan este vínculo de proximidad en la convivencia diaria. Esto repercute de manera constructiva en la comunicación.
Ecuánime
Una empresa está formada por distintas personas. Un jefe adquiere este rol en su vinculación con la plantilla. El rol ideal es el de aquel jefe que es un mentor para impulsar el crecimiento de cada trabajador a partir de sí mismo. Es alguien que no muestra preferencia por alguien en concreto al hacer distinciones visibles en las reuniones de trabajo.
Resolutivo
Existen situaciones de incertidumbre en las que el jefe debe mostrar principalmente esta competencia al gestionar ese momento dando las indicaciones precisas a los empleados sobre cómo tienen que actuar en la dirección de un objetivo específico.
Por tanto, un jefe perfecto es aquel que no confunde su responsabilidad con su persona y lucha por ser su mejor versión.