Se habla mucho del coaching, tanto que llega a parecer un antídoto milagroso a la hora de alcanzar el éxito. Nada más lejos de la realidad, el coaching es solamente una herramienta de conocimiento más. Sin embargo, no produce efectos rápidos a corto plazo, y menos todavía, si el coachee no se trabaja a sí mismo, no reflexiona sobre los contenidos de cada sesión, no se deja conocer o no hace los ejercicios que le marca el coach.
Pero además, existen muchas limitaciones posibles en relación con los resultados positivos del coaching. Por ejemplo, no ayuda en nada el hecho de que no haya una buena afinidad entre el coach y el coache. Hay que tener en cuenta que más allá de ser un vínculo profesional, es una relación personal en donde dos personas comparten mucho tiempo en común. Si no existe confianza mutua y simpatía, es mejor dar el proceso por terminado.
Por otra parte, existen personas que no se muestran muy receptivas ante un proceso de coaching porque creen que el precio de la sinceridad puede ser alto. Es decir, no se sienten cómodas al criticar a un compañero de trabajo porque tienen miedo de que luego se sepa. En este sentido, es indispensable recordar que todo aquello que se habla en un proceso de coaching es confidencial y privado. Este tipo de miedos surge especialmente, cuando el coach es interno en la empresa y conoce a toda la plantilla.
Otra limitación del coaching surge del propio profesional. Existen muchos coach, sin embargo, hace falta mucha experiencia para desenvolverte con soltura en una empresa. Por ello, merece la pena contratar a un profesional de prestigio que pueda aportar referencias de sus trabajos previos. El coaching es una herramienta, nada más. Pero no hace que la vida de los trabajadores cambie de la noche a la mañana.