Además de los problemas personales y de gestión empresarial, los autónomos tanto al iniciar su actividad profesional como cuando están ya en activo tienen otra serie de dificultades que, sobre todo, están relacionadas con el ámbito económico y financiero.
Y es que su pequeño tamaño muchas veces dificulta que se pueda acceder a financiación bancaria por no poder dar respuesta a las exigencias de las entidades de la petición de avales, aparte de tener un patrimonio personal limitado. Un handicap al que se añade que, en ocasiones, no se sabe negociar con las entidades. Pero este es sólo quizá el problema más conocido porque aún hay más que conviene saber antes de lanzarse al autoempleo bajo la figura del autónomo.
Otros problemas
Aparte de tener más difícil el acceso a la financiación de entidades bancarias, también es más complicado que los autónomos puedan acceder a inversores privados o business angels por su menor tamaño y las menores expectativas de conseguir mayores beneficios con la inversión que se realice.
Hay que tener en cuenta que la capacidad económica del autónomo se ve mermada por los adelantos del IVA, ya que es obligatorio abonar este impuesto a Hacienda aunque todavía no se haya cobrado la factura al cliente o a otra empresa. Una acción que desde el Gobierno central se quiere solucionar para que se pague el IVA una vez cobrado, pero que todavía no está en vigor, ya que se prevé que la media esté operativa para 2014.
El autónomo igualmente tiene que hacer frente a la morosidad. Y es que los elevados plazos de pago de los clientes, sobre todo, si se trabaja para la Administración, puede pasar factura a este profesional puesto que este retraso dificulta que consiga financiación a corto plazo.
En consecuencia, la liquidez es un importante problema al que tiene que enfrentarse el autónomo como consecuencia de los tres problemas anteriores. Esto conlleva que, en general, este colectivo tenga dificultades para hacer frente a sus pagos, lo que puede poner en riesgo la supervivencia del negocio.
Y es que son varios los pagos fijos a realizar que un autónomo tiene y que varían según su actividad: desde la cuota de la Seguridad Social y cuyo importe no está vinculado a la facturación hasta el alquiler del local o nave, electricidad o agua, entre otros muchos. Son costes que se deben sopesar bien antes de ser autónomo para que la iniciativa tenga más posibilidades de salir adelante con éxito.