La fuerza de voluntad es mucho más importante que la inteligencia. La voluntad puede mover tu mundo, abrirte puertas y hacerte llegar más lejos de lo que jamás imaginaste. Las personas constantes son aquellas que después de un fracaso importante, no se ponen excusas a sí mismas para tirar la toalla y siguen intentándolo. La perseverancia es una cualidad básica de cualquier emprendedor exitoso o de cualquier trabajador de prestigio.
Cómo alimentar la fuerza de voluntad
Cuando sientas que eres víctima del pensamiento negativo lógico y natural que surge después de haber recibido un golpe importante, date tiempo para descansar. Aparca ese asunto de una forma consciente y desconecta. Antes de lo que piensas, verás la misma situación desde una perspectiva totalmente distinta.
La inteligencia emocional te ayuda a conocerte y a comprender que es mejor no tomar decisiones drásticas bajo el impacto de una emoción muy potente porque te nubla la razón. Es mejor esperar a que la emoción se enfríe de verdad.
Hacer una vida sana
La fuerza de voluntad no es una cualidad divina sino una humana. Es decir, tiene su base en la persona. Y como tal, para poder trabajar, es indispensable tener una vida sana. Hacer cinco comidas al día y disfrutar de la gastronomía como un placer saludable. Es decir, es importante no renunciar a pequeños caprichos porque el placer alimenta la voluntad.
Estímulos positivos
La fuerza de voluntad crece a partir de los estímulos positivos externos. Es decir, puedes encontrar algunas historias de superación en películas de cine o en la literatura. Del mismo modo, también puedes conocer modelos de superación personal dentro del ámbito deportivo. En tu entorno más cercano seguro que conoces a alguien trabajador a quien puedes emular.
Otro estímulo muy positivo es la formación constante que te dota de nuevas competencias y te impulsa a crecer.
Dentro de este contexto conviene recordar la frase de Walt Disney que afirma que «si puedes soñarlo, puedes hacerlo».