En la actualidad, las pymes generan la mayor parte de los puestos de empleo, por ello, a nivel laboral formar parte de un trabajo de estas características tiene sus ventajas. Existe más interacción entre el jefe y los empleados, por ello, el feedback es más estimulante a la hora de trabajar en equipo y también, a la hora de poder evolucionar dentro de la propia empresa.
Las distancias se acortan y hay menos estrés
Dentro de los puntos positivos cabe destacar también que gracias a la cercanía personal que existe entre los trabajadores, es más fácil aportar tus propias ideas y tener una actitud proactiva que en una gran empresa donde la distancia interpersonal es más importante. Gracias a las relaciones laborales gratificantes que surgen de la confianza y de la seguridad, el nivel de estrés, también es menor. Las normas también son más flexibles en una pyme. También se ofrecen más opciones de empleo para personas que no tienen experiencia o para trabajadores mayores. Se puede tener una mayor estabilidad laboral porque las posibilidades de cierre son menores. El trabajador puede aprender cosas nuevas, con más facilidad, al poder asumir nuevas responsabilidades.
El sueldo suele ser inferior
Existen puntos negativos, como por ejemplo, los económicos. Generalmente, el sueldo que se percibe en una pyme no es muy alto. Del mismo modo, existen opciones de sufrir sobrecarga de trabajo al tener que sacar adelante un proyecto importante entre pocas personas. Los problemas de coordinación también son posibles en una pyme en la que una persona puede coordinar dos puestos diferentes.
Trabajar en una pyme tiene más ventajas que inconvenientes, pero además, a nivel social, este colectivo de empresas ocupa un lugar muy importante. Por ello, cada vez son más las personas autónomas que se animan a crear su propia empresa puesto que el autoempleo se ha convertido en una solución al desempleo.
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