La actitud es lo que más diferencia a un trabajador asertivo de uno que no lo es. Existen empleados que parecen adictos al drama porque terminan enredados en su propio círculo de negatividad. Un círculo que han creado con sus quejas constantes que se han hecho crónicas. Las personas adictas al drama en el trabajo son aquellas que asumen posiciones extremas.
El triángulo de Karpman
El triángulo de Karpman refleja cómo existen tres tipos de posturas existenciales a partir de las cuales podemos ir rotando a lo largo de la vida. Salvador, perseguidor y víctima, son posturas que pueden hacer mucho daño porque tarde o temprano, desembocan en una posición hiriente. Los adictos al drama serían víctimas que esperan la ayuda de un salvador que les saque por arte de magia de su situación.
Los adictos al drama son personas que tienen actitudes de este tipo. “Con lo que he hecho yo por ti, así me lo pagas”, “no merezco que me trates así”, “me has decepcionado”, “siempre me pasa lo mismo“…
La alternativa al drama
Ante una situación de conflicto tenemos la posibilidad de empeorar las cosas llevándolo todo por el terreno del drama o, por el contrario, optar por vías de encuentro que sean positivas y constructivas con el objetivo de no tirar por la borda esa relación que en el contexto profesional, está dotada de cierto determinimismo. Es decir, estás condenado a tener que relacionarte con ese compañero de trabajo que no soportas y que no te cae bien.
Existen muchos motivos por los que un trabajador puede hacer de su trabajo un drama, y con la crisis, las quejas se disparan todavía más. Pero existe una razón de peso para aparcar las quejas. Y es que, las quejas van en contra de tu propia salud.