La motivación es un ingrediente fundamental a la hora de afrontar con éxito y con un nivel de satisfacción elevada la jornada laboral. Sin embargo, existen diferentes tipos de motivación. Por una parte, existe la motivación extrínseca, es aquella, que procede por parte de un factor externo al sujeto. Por ejemplo, se produce cuando un jefe felicita a sus empleados por el trabajo realizado, cuando un compañero te premia con sus palabras por tu capacidad o siempre que alguien valora tus cualidades.
En ese caso, la motivación resulta muy gratificante desde un punto de vista anímico y emocional. ¿Qué peligro tiene la motivación extrínseca? Que algunos trabajadores quedan siempre a la espera de recibir el reconocimiento ajeno, y éste, no siempre se produce. Algunas personas viven su rutina laboral con la sensación de que el jefe sólo se dirige a ellas para una crítica. Es decir, a veces, se presupone que hacer bien el trabajo es la obligación de un empleado.
Por tanto, también existe otro tipo de motivación que es intrínseca, es decir, nace de uno mismo. La automotivación procede de ti y es una responsabilidad propia y no ajena. Sin duda, es la capacidad de tener pensamiento positivo incluso en la dificultad o poder encontrar herramientas prácticas para alimentar la constancia en un momento de dificultad anímica.
En el caso de trabajar en equipo, es esencial que un buen líder sea un agente motivador a nivel general. Sin embargo, ten en cuenta que también existen trabajos más solitarios en los que la persona debe aprender a felicitarse a sí misma y disfrutar de su propios logros. La motivación extrínseca y la automotivación son totalmente complementarias y además, ambas producen un efecto interesante a nivel del rendimiento o de la implicación de un empleado con su empresa.