En una empresa, debe regir el orden. Y dicho orden, es el resultado de unas normas que se cumplen. De lo contrario, si no hubiese normas llegaría el caos. Las normas comienzan por algo tan sencillo en apariencia como el horario de salida y de entrada en la oficina, y continúa con la labor que el jefe desempeña en su puesto laboral. En última instancia, el rol del jefe es mandar de una forma coherente e inteligente y a su vez, el papel de un empleado es obedecer.
¿Cómo se debe dar órdenes con autoridad? En primer lugar, no saturando a los empleados de mandatos. De lo contrario, se corre el peligro de lograr el efecto contrario al deseado. Por tanto, es importante marcar lo prioritario y generar confianza en los trabajadores. Aprender a delegar y dejar que cada empleado resuelva los problemas por sí mismo ya que de este modo, se le otorga la capacidad de mejorar sus competencias.
Además, a la hora de tener autoridad es fundamental dar un buen ejemplo como jefe. Ser trabajador y generar un buen clima de diálogo en la empresa. Por supuesto, cualquier jefe debe actuar sin miedo a las críticas, de lo contrario, dicho temor puede llegar a paralizar. Por otra parte, lo adecuado también es tener un buen nivel de autoestima para poder generar seguridad en uno mismo y no caer en el autoritarismo sin sentido.
Por último, un buen jefe también debe saber motivar. Hay trabajadores que sólo están acostumbrados a recibir críticas o mandatos por parte de su jefe, sin embargo, no saben qué es un elogio. De este modo, están tan poco acostumbrados a las críticas positivas, que cuando las reciben se sienten incómodos. La autoridad emana del respeto hacia uno mismo, del sentido común y de la coherencia. Es decir, a la hora de mandar, un jefe también debe de ponerse en el lugar de sus empleados, al menos, en situaciones puntuales.