Tres formas equivocadas de delegar responsabilidades en la empresa


Aprender a delegar es fundamental, en primer lugar, por uno mismo, y en segundo lugar, por los demás. Pero esta tarea no siempre resulta fácil a nivel emocional. De hecho, existen tres actitudes habituales en este contexto que no son nada saludables para trabajar y delegar al mismo tiempo. En primer lugar, existe el caso de personas que delegan con ansiedad, es decir, en el fondo no confían en el trabajador sino que tienen miedo de que algo no salga bien. La angustia crece cuando se trata de una tarea muy importante y el jefe, se queda intranquilo pensando que los empleados no habrán entendido todo tan bien como él quiso trasmitirlo.

Existe otra actitud equivocada en la empresa, y es la de aquellas personas con autoridad que tienen miedo a ceder porque están acostumbradas a imponer su autoridad y su opinión sin escuchar de forma adecuada a los demás. Este tipo de persona tiende a infravalorar la capacidad de aquellos que están a su alrededor, por tanto, se pone en el rol de salvador. En este caso, la persona debería de realizar un trabajo personal a nivel emocional para reducir su necesidad de poder sobre los demás.

Para finalizar, también existe una tercera actitud que refleja que aprender a delegar no es nada sencillo. Por ejemplo, es posible que una persona tenga miedo a delegar porque vive obsesionada con el temor del fracaso. Tiene tantas responsabilidades que al final, tiene que delegar por obligación y por necesidad. Sin embargo, desde un punto de vista emocional, no se relaja y no se siente bien consigo mismo porque tiene dudas.

¿Cómo se aprende a delegar? A través de la experiencia, dando el paso de tomar la iniciativa y viendo que los resultados son positivos. En caso de delegar en una persona incompetente, entonces, simplemente, se trata de tomar medidas al respecto.

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