Los objetivos forman parte de un modo habitual de la aventura emprendedora, sin embargo, es muy importante saber que la naturaleza de todas las metas no es la misma y que existen tres tipos de propósitos distintos que a pesar de estar interconectados entre sí, son también independientes. ¿Cuáles son los tres tipos de metas a alcanzar? Los objetivos a largo plazo marcan la dirección. Esta es precisamente su función principal, te indican en tu presente qué pasos debes dar en la dirección que te has marcado. Este tipo de objetivos muestran una realidad lejana que en un marco temporal puede oscilar entre dos y cinco años.
Los objetivos a medio plazo
Los objetivos a medio plazo muestran el proceso, son el camino a seguir. Por una tendencia natural, tendemos a hacer una revisión de nuestros objetivos a corto plazo en dos fechas concretas del año: la Navidad y las vacaciones de verano. Por tanto, estos pasos intermedios que están en conexión con los propósitos a largo plazo, deben revisarse, al menos, una vez cada seis meses.
Los logros mensuales
Para vivir más centrados en el presente profesional, no debemos cometer el error de descuidar los logros (metas a corto plazo) por estar demasiado enfocado en los propósitos a largo plazo. Es aconsejable que realices un seguimiento mensual de tus logros más inmediatos, les des valor y los celebres.
El cumplimiento de estos logros es más importante de lo que parece a simple vista puesto que nuestra motivación sigue activa si buscamos el equilibrio entre estos tres tipos de objetivos. Algo que se observa claramente si pensamos en el caso de una persona que está preparando oposiciones y que tiraría la toalla ante un reto tan exigente si no encontrase un apoyo emocional en medio de tanta exigencia en la satisfacción de esos logros más concretos a corto plazo.