La elección de un espacio profesional depende de las propias necesidades del proyecto. Pero también de los recursos que el entorno proporciona a autónomos y emprendedores. Los espacios coworking ofrecen numerosas oportunidades en los barrios más céntricos de las pequeñas ciudades. ¿Qué ventajas aporta un entorno compartido más allá de las grandes capitales?
1. Marketing
La ubicación se convierte en el escaparate ideal para reforzar la visibilidad de los servicios ofrecidos. Es un entorno colaborativo en el que trabajan otros profesionales de la ciudad.
El networking, la interacción con los demás y la creación de un contexto tan inspirador repercute positivamente en la propuesta de valor individual. Es decir, es un escenario enriquecedor que refuerza la marca personal.
2. Un entorno situado cerca del domicilio
Las pequeñas ciudades ofrecen la oferta y los servicios de las poblaciones más grandes. Sin embargo, todavía conservan algunas de las sensaciones que se disfrutan en los pueblos. Por ejemplo, ofrecen la posibilidad de recorrer a pie numerosos trayectos sin depender de otro medio de transporte. Por esta razón, es probable que un profesional que busca un coworking en una ciudad pequeña, pueda encontrar un espacio colaborativo situado a una distancia próxima de su domicilio.
3. Innovación
Los espacios coworking se implican de forma directa en el entorno en el que se ubican. Por tanto, no solo aportan un lugar que está perfectamente equipado para realizar proyectos, atender clientes o programar reuniones. Es habitual que el centro cuente con su propia agenda de actividades sobre temas y propuestas de interés para los coworkers.
En definitiva, ofrecen nuevas oportunidades a autónomos, emprendedores y profesionales. Oportunidades que amplían el campo de posibilidades de las ciudades pequeñas. Son centros de trabajo que traen innovación, desarrollo y nuevas perspectivas. Al igual que las tiendas de barrio, destacan por su cercanía y accesibilidad.
4. Generan un cambio de mentalidad
La experiencia del coworking se percibe como una alternativa viable cuando en el entorno próximo existen diferentes centros que destacan por sus atractivas instalaciones. Es decir, muchas personas descubren por primera vez el concepto de espacio colaborativo cuando visualizan un coworking que se integra en el paisaje de un barrio que les resulta familiar.
En ese caso, el contexto propicia un cambio de mentalidad en relación con el trabajo en casa o con el alquiler de una oficina propia. El coworking presenta una imagen muy profesional y, además, resulta más accesible que un despacho individual.
5. La ubicación ideal para conocer a profesionales de sectores diferentes
Un coworking potencia la creatividad allí donde se encuentra. Crea puertas en torno al diálogo, la retroalimentación, el intercambio de ideas y la inspiración.
La agenda cultural y el programa de eventos desarrollados en una gran ciudad tiene un ritmo frecuente a lo largo del año. Es decir, ofrece numerosas opciones a aquellos profesionales que quieren formarse, practicar el networking y ampliar su visión sobre un sector. Pues bien, un coworking situado en una ciudad pequeña proporciona esa gran ventaja. Es el escenario en el que coinciden perfiles diferentes y, también, varias generaciones.
6. Creación de vínculos duraderos y estables
Es positivo que el coworking aporte un arraigo profesional. En una gran ciudad existe un alto nivel de dinamismo. Muchos profesionales se desplazan a otro lugar para encontrar oportunidades de trabajo, mientras que también dan la bienvenida a emprendedores que llegan desde otros destinos. El ritmo del cambio también está presente en poblaciones más pequeñas, pero con un compás distinto.
Por este motivo, el contacto en un coworking puede derivar en el nacimiento de un lazo profesional que se consolida y se mantiene durante toda la carrera laboral. La cercanía del contexto influye positivamente en la construcción de conexiones duraderas a largo plazo.