A veces, los conflictos de trabajo adquieren una mayor dimensión porque se perciben desde un enfoque negativo. En realidad, cuando un proyecto está integrado por personas con puntos de vista diferentes, es lógico que surjan algunas diferencias. Por ello, la disposición para solucionar esas cuestiones aporta numerosos beneficios en el grupo y en la empresa. A continuación, explicamos siete puntos muy importantes.
1. Entrenamiento para resolver las dificultades
Como hemos mencionado, es frecuente que los conflictos se perciban desde un enfoque negativo. Por ello, algunas personas tienden a querer evitar aquellas situaciones que pueden derivar en ese punto. Sin embargo, los problemas que surgen en el equipo no se resuelven desde la evitación, sino que el afrontamiento del proceso es determinante para adquirir un entrenamiento centrado en la superación de dificultades.
2. Avanzar en el proyecto
Un conflicto no tiene por qué generar un impacto notable en un proyecto. Pero sí puede causar un bloqueo o un estancamiento si los implicados no avanzan más allá de ese punto. Así ocurre cuando siguen dando vueltas en torno a un asunto que se ha convertido en un nudo. Pues bien, las habilidades que se alinean con la resolución de conflictos son decisivas para avanzar en el proyecto.
3. Evitar errores y confusiones
Existen conflictos que, aunque se perciben de este modo, no describen un hecho complejo de forma objetiva. A veces, el foco del distanciamiento surge en torno a errores de comunicación que han derivado en supuestos y fallos de interpretación. Sin embargo, todo se clarifica cuando los implicados se centran en atender cada uno de los puntos de vista sin caer en conclusiones precipitadas o juicios negativos.
4. Clima de trabajo positivo
La productividad, la creatividad y la felicidad en el equipo de trabajo mejoran cuando la resolución de conflictos está perfectamente integrada en la dinámica del grupo. Es un factor que fortalece el clima de diálogo. Por ello, también crece el sentido de pertenencia entre personas que se sienten realmente partícipes de la esencia de un verdadero equipo.
Un equipo se define por muchos aspectos diferentes. Pero, principalmente, se muestra como tal en situaciones complejas. Y cuando en un entorno se aplican las técnicas necesarias para solucionar las dificultades, los nuevos profesionales que se incorporan al proyecto aprenden de los demás.
5. Inteligencia emocional
Los implicados en un conflicto experimentan distintas emociones ante lo ocurrido. Sin embargo, las técnicas de resolución de dificultades se alinean con la práctica diaria de la inteligencia emocional en la empresa. Es decir, son herramientas que potencian la escucha, la comunicación asertiva, el respeto y la colaboración.
6. Mantener el foco
Es muy importante que el equipo mantenga el foco de atención en el objetivo principal. Pero la propia naturaleza del conflicto puede interferir en ese aspecto. Es decir, puede actuar como una distracción que no permite avanzar realmente. La resolución de la dificultad, por el contrario, es clave para mantener el foco no solo desde el punto racional, sino también emocional.
7. Aprender a trabajar con personas diferentes
Todos los profesionales que componen el equipo no tienen por qué estar unidos en el plano de la amistad. De hecho, también puede ocurrir que algunos de ellos no tengan una relación sencilla. Pero los aspectos personales no deberían trasladarse al propio proceso del trabajo en equipo. Las habilidades y técnicas de resolución de conflictos son esenciales para establecer puentes en el diálogo en cualquier circunstancia que se produce en un negocio.
Por tanto, es aconsejable que los problemas no se cronifiquen por adoptar un enfoque equivocado ante los hechos. Un asunto no se resuelve por sí mismo, requiere de comunicación, colaboración, mediación, liderazgo y empatía.