El fútbol es el deporte más popular del mundo. Según una encuesta efectuada por la Federación Internacional de Fútbol Asociación (FIFA) entre sus 207 asociaciones miembro, el 4% de la población mundial (265 millones de personas) participa activamente en el fútbol. La institución que gobierna las federaciones de fútbol en todo el planeta afirma que el origen del fútbol que conocemos es el cuju (tsu’ chu), que se practicaba hace más de 2.300 años en la localidad china de Linzi, en la provincia de Shandong, como un deporte militar que servía para entrenar a las tropas y comprobar el estado físico de los soldados. Consistía en golpear con el pie una pelota de piel rellena de plumas hasta meter gol en una portería situada en el centro del campo que constaba de una red sostenida en cañas de bambú.
El juego que las civilizaciones antiguas jugaron a lo largo de la historia puede considerarse un antepasado del fútbol moderno que se estableció a finales del siglo XIX en Inglaterra. Los propósitos de jugar al fútbol en las civilizaciones antiguas eran diferentes, ya que algunas culturas vinculaban el fútbol con ceremonias religiosa, así como una forma más de mejorar las prácticas de guerra. Antes de la década de los años 80, el fútbol no estaba completamente involucrado en actividades comerciales y estaba bastante alejado del mundo de los negocios, por lo que los clubes generaban pérdidas. Al fin y al cabo, los primeros clubes estaban formados por amigos y compañeros de trabajo, que veían el fútbol como una forma de disfrutar y competir.
En Inglaterra, los primeros clubes de fútbol se formaron durante el siglo XIX entre trabajadores de la nueva economía industrial de Gran Bretaña, organizados en fábricas, iglesias y pubs. En el año 1850, la British Factory Act introdujo una serie de restricciones en las horas de trabajo de los sábados, facilitando la vida en el hogar. A partir de ese momento, las fábricas ya no podían mantener a los trabajadores más tarde de las 14.00 horas, y el fútbol se convirtió en la forma favorita de los trabajadores de pasar su tarde libre. Desde el Reino Unido, los trabajadores exportaron el fútbol a otros lugares del mundo. Por ejemplo, los mineros lo trajeron a España, concretamente a Minas de Riotinto, municipio situado en pleno corazón de la provincia de Huelva.
Aunque no había ningún tipo de interés comercial, la popularidad del fútbol atrajo a los empresarios, que se acercaron a los clubes con la intención de convertirlos en una gran fuente de rentabilidad. A principios de la década de los años 90, el fútbol se convirtió en un negocio debido a las actividades comerciales que se llevaron a cabo dentro de la industria. En 1904, se fundó la Fédération internationale de football association, organismo internacional encargado de organizar el fútbol a nivel mundial. Desde entonces, el fútbol ha seguido evolucionando, y ya no es solo un deporte, sino que ahora también es un gran negocio.
Aumento de audiencias de televisión y llegada de inversores
El tránsito del fútbol clásico al moderno se materializó en la década de los años 90. La televisión invadió los estadios, dando origen a los canales de pago. En pocos años aumentaron significativamente las audiencias de televisión. De hecho, la semifinal de la Copa del Mundo de 1990 entre Italia y Argentina atrajo una audiencia récord de 27.5 millones de personas en el país transalpino. A pesar de ello, esa fue la última vez que los canales públicos de Italia tendrían los derechos en exclusiva para televisar los partidos de fútbol. En 1992, los clubes ingleses de la máxima categoría en la Football League del Reino Unido se separaron y formaron la Premier League, respaldada por un nuevo y lucrativo acuerdo televisivo. Ese mismo año, la Copa de Europa fue reemplazada por la Champions League, que trajo algunos cambios en el formato para atraer audiencias televisivas más grandes.
Las principales competiciones de fútbol comenzaron a adaptarse a las necesidades de los anunciantes, propietarios y televisiones. El nuevo modelo de canales de pago y más partidos televisados atrajeron a inversores más grandes al negocio del fútbol. Los estadios comenzaron a llevar nombres de empresas, mientras que las camisetas hacían lo propio con la publicidad de los patrocinadores, ya sea una casa de apuestas, una aerolínea, un fabricante de coches o un banco. El número de seguidores de los clubes se expandió a otros países como Estados Unidos y China, lo que provocó que las ventas de merchandising se convirtiera en una parte importante de los ingresos. Los clubes más rentables sedujeron al capital extranjero. Sin ir más lejos, en 2003, el multimillonario Román Abramóvich compró el Chelsea FC de Inglaterra, reciente campeón de la Champions League y la Supercopa de Europa.
Con el paso de los años, las principales ligas europeas, especialmente la Premier League, la Ligue 1 y la Serie A, han visto cómo inversores extranjeros se han apoderado de sus clubes más importantes. De hecho, incluso países ricos como Emiratos Árabes Unidos y Qatar han respaldado a equipos como el Manchester City de Inglaterra y el Paris Saint-Germain Football Club de Francia, el nuevo equipo de Lionel Messi. Hoy en día, los clubes importantes son los únicos que compiten por los títulos cada temporada, por lo que pueden dominar a los clubes más pequeños con las ganancias de los lucrativos derechos televisivos y los precios más elevados de las entradas de cada partido. Un nuevo modelo empresarial que domina el fútbol moderno.