Existe un dilema frecuente a la hora de elegir una carrera: ¿Qué salidas laborales tiene? Esta pregunta muestra uno de los errores de base del ser humano en su conquista de la felicidad. El afán por predecir el futuro y adelantarse al mañana muestra el deseo de querer controlarlo todo. Sin embargo, a nivel laboral, es mucho más bonito ir descubriendo el camino poco a poco, entendiendo que cada paso que das, es un escalón en tu crecimiento y en tu evolución. ¿Debe pesar más la vocación o la empleabilidad?
La gente joven debe descubrir su vocación
La juventud representa el despertar al mundo, la toma de conciencia de las propias posibilidades y los sueños por cumplir. Desde esta perspectiva vital, es un gran error elegir una carrera pensando en la empleabilidad y no en la vocación. Por supuesto, si ambos elementos pueden ir de la mano mucho mejor. Pero cualquier persona tiene más opciones de encontrar trabajo en aquello que le gusta de verdad.
Incluso en el caso de que una persona no logre trabajar en un área para la que se ha formado conviene recordar que el saber no ocupa lugar y que el conocimiento abre puertas en todos los ámbitos de la vida: en la toma de decisiones, te da claridad de ideas, te hace ser más consciente de qué quieres. Optar por la vocación supone poder disfrutar de una experiencia gratificante al estudiar algo que te enriquece de verdad como persona y te permite conocer gente con intereses comunes.
Cuándo hay que optar por la empleabilidad
Cuando una persona ya ha dedicado años de su vida en el estudio de una carrera vocacional y no ha logrado abrirse un camino en esa dirección ha llegado el momento de pensar en alternativas prácticas de acción que aporten más salidas laborales. Está claro que en determinadas circunstancias debe primar el espíritu pragmático.