La crisis de los cuarenta no sólo puede interpretarse en relación con la vida personal de aquel que se cuestiona todo de una forma diferente a partir de superar la barrera de los 40 años de edad. Esta crisis también puede darse en el ámbito laboral donde una persona comprueba al llegar a los 40 años que no ha alcanzado todos los sueños, ni todos los éxitos que había visualizado al tener 20 años y estar en la universidad con todo el futuro por delante. Una persona de 40 años, hoy día es joven, pero a esa edad ya se tiene un pasado, un camino recorrido que permite hacer balance del grado de satisfacción real con la propia vida, y también, del deseo de seguir por el mismo camino o cambiar de rumbo. La decisión es personal. En ocasiones, la crisis de los 40 solo enmascara una realidad. Aquella que procede del paso del tiempo, un buen día, la persona toma conciencia de verdad de que el tiempo va pasando.
La crisis de los cuarenta causa sensación de inseguridad, anticipación ante el futuro, insatisfacción con el presente, dudas y muchas preguntas sin resolver. El mejor modo de afrontar esta situación de crisis es vivirla de verdad porque en algún momento, terminará. Lo ideal también es sacar el máximo partido de una situación de crisis, en tanto que, en realidad, una crisis es una oportunidad para crecer como persona, para poder hacer cambios y empezar de nuevo con más fuerza.
La crisis de los 40 te pone en la realidad de tu propia vida, una realidad que en ocasiones se opone a la idealidad de la juventud. Sin embargo, intenta no ser excesivamente exigente con aquello que esperas del destino para aprender a dar el valor que de verdad tienen, todos los logros que has alcanzado.