El término “promesa” es un concepto que se integra habitualmente en el contexto de las relaciones personales de amor y amistad. Sin embargo, las marcas también se comunican con los clientes. Y las expectativas rotas se traducen en una falta de coherencia, interferencias en el mensaje y pérdida de clientes. Por ello, una promesa de marca hace referencia a la propuesta de valor que la firma transmite a su público potencial.
La promesa de marca implica un compromiso con el cliente
Es un término que, por una parte, hace referencia a la importancia de la información expresada. Y, además, remite al compromiso que asume la firma para cumplir aquello que ha prometido. Los objetivos de comunicación pueden contextualizarse a corto, medio y largo plazo. Sin embargo, aunque cada meta tiene un sentido propio, existe un hilo conductor que unifica el contenido en torno a los valores de la firma. Es decir, la promesa se sitúa en la base de una campaña de marketing eficaz.
Las variables externas e internas de un proyecto no se mantienen estáticas. Surgen cambios que dan lugar a nuevas oportunidades, pero también pueden presentarse obstáculos y desafíos. Sin embargo, es positivo que, más allá de cualquier transformación, la marca mantenga su identidad, aquella a través de la que es reconocida por la audiencia. Pues bien, la promesa tiene un valor atemporal e incrementa la visibilidad de la firma.
Un ingrediente fundamental para reforzar la diferenciación
Una marca se diferencia de otros nombres de la competencia por medio de una amplia variedad de detalles. El contenido de la promesa está presente en la interacción que los clientes mantienen con la firma. De este modo, cada conexión proporciona una experiencia que se alinea con un ingrediente esencial. La promesa es aquello que perdura en el vínculo que una marca mantiene con el público. Es su carta de presentación en el mercado: una invitación para alcanzar la excelencia.