Cada persona tiene su carácter y la realidad es que no hace falta conocer demasiado a un empleado para saber si es alguien que tiene capacidad de generar conflictos, o por el contrario, es una persona que siempre los evita. Como tercera opción está el caso de quienes tienen el carisma necesario para interceder en busca de soluciones. Pues bien, resolver conflictos en la empresa implica entender que en una batalla dialéctica no hay vencedores ni vencidos. Es decir, es en lo acuerdos donde todas las partes salen ganando.
Por otra parte, un conflicto no implica que se pierdan las formas o el respeto al otro. El respeto se pierde de muchas formas posibles, por ejemplo, cuando se critica a un compañero de la empresa ante una tercera persona. Si hay una cualidad que de verdad valora un jefe es la de tener un empleado prudente que sabe tratar los asuntos de forma confidencial y privada.
Por otro lado, es esencial aprender a observar los conflictos como una oportunidad para el aprendizaje y la superación personal. En la medida en que se superan obstáculos y barreras es posible evolucionar y poner en práctica nuevos recursos emocionales como por ejemplo, la paciencia, la asertividad o la generosidad con el otro.
Si por alguna razón te llevas mal con un compañero de trabajo, entonces, evita hablar más de lo necesario con esa persona. Céntrate en tus relaciones con otros compañeros para evitar la negatividad y el mal humor. Es normal que te lleves mejor con unos compañeros que con otros, es decir, conviene asumir esta realidad sin ningún tipo de culpa ni de malestar.
Cada persona debe de contribuir en la medida de sus posibilidades al buen ambiente en la oficina, poner de su parte para que todo vaya bien y ello implica no sólo ejercer la labor de una forma eficaz sino también, poner en práctica las habilidades sociales.