Siempre se habla del respeto que cualquier empleado debe de sentir por su jefe en base a la jerarquía que rige la empresa y que todos conocemos. De hecho, desde que somos niños, hemos interiorizado muy bien el rol de la jerarquía gracias a la figura del profesor en el colegio, y de los padres, en casa. Esta admiración profesional es excelente, sin embargo, nadie debe perder de vista que dicho respeto es bidireccional. Es decir, un jefe, como buen líder, también debe de valorar de forma asertiva a todos los empleados de la empresa. Esta conciencia emocional, cada vez, está más forjada gracias al trabajo realizado en el ámbito del coaching y que cada vez, está más integrado en el ámbito de la empresa.
El respeto que un jefe siente por sus empleados se muestra en la capacidad de escuchar, por ejemplo. También, se refleja en la evitación de ciertas actitudes que son del todo incorrectas. Por ejemplo, gritar. Se puede ser igual de eficaz, pidiendo las cosas por favor. Y la realidad es que los trabajadores obedecen mucho mejor cuando se les dice aquello que deben hacer en un tono educado.
El respeto es bidireccional, por tanto, como en cualquier vínculo, la relación profesional y personal que existe entre un jefe y un empleado se alimenta con buena voluntad por ambas partes, con paciencia y capacidad de ver el lado bueno en el otro. En el ámbito laboral, más que en ningún otro espacio, es muy posible ver los defectos de los demás. Sin embargo, por encima de esos defectos, merece la pena centrar la atención en lo positivo, en el talento y en la capacidad de superación personal de cada uno. Por otro lado, el respeto es uno de los valores emocionales que deben estar en el soporte relacional de la empresa.