Existen emociones que motivan de una forma especial a los trabajadores. Los empleados no son máquinas sino que experimentan sentimientos y sensaciones a lo largo de la jornada laboral que pueden ser agradables o desagradables.
La ilusión de la novedad
La novedad siempre produce una ilusión especial, más allá de que ante lo nuevo también surja un grado de inquietud. Es importante dar a los trabajadores la posibilidad de asumir nuevas responsabilidades que les ayuden a crecer a nivel profesional.
Muchos trabajadores se sienten estancados cuando tienen la sensación de hacer día tras día lo mismo.
La alegría del primer día de trabajo
La alegría de tener un trabajo es inmensa y todavía más cuando acabas de sumarte a una nueva empresa. En ese caso, se produce una situación curiosa. Mientras que existen trabajadores de esa empresa que ya están quemados de hacer lo mismo, el trabajador nuevo observa todo bajo el prisma de la perfección. Lamentablemente, en muchos casos, solo se trata de una cuestión de tiempo que ese trabajador motivado pase a formar parte de la lista de los desmotivados.
Satisfacción
Un trabajador se siente satisfecho consigo mismo ante el trabajo bien hecho. La satisfacción es la base de la motivación intrínseca. Sin embargo, el reconocimiento externo por parte del jefe también es una forma de motivación muy importante que se obtiene a través del elogio y los mensajes asertivos.
Entusiasmo
El entusiasmo es muy positivo para el funcionamiento de un equipo y en ese caso, es el líder quien tiene que reforzar el espíritu de equipo y las ganas de luchar por un objetivo. El líder es una persona que tiene la capacidad de generar confianza en los demás.
La gratitud existencial
La gratitud existencial que surge cuando una persona se siente afortunada por tener un buen empleo que le hace feliz es vital para el bienestar integral de un ser humano.