El impacto psicológico que produce el despido es alto. Sin embargo, este hecho tiene unas connotaciones distintas dependiendo de las circunstancias. Por ejemplo, la reacción que se produce en un despido colectivo en una empresa es distinta que la que se vive a modo individual porque la fuerza que produce el grupo es notable. En el primer caso, el despido genera una indignación social, mientras que en el segundo caso, la persona puede sentirse incluso culpable por lo que ha pasado.
El despido colectivo
Cuando una empresa despide a varias personas, en cierta forma, quien pierde el trabajo no se toma el despido como algo tan personal. Experimenta una rabia e indignación como consecuencia de una sensación de injusticia ante la que el colectivo reacciona en bloque para luchar por sus derechos. El poder del grupo aporta consuelo mutuo, menor sensación de soledad y fuerza. Pero además, un despido en masa también hace que el candidato no se tome ese despido como algo tan personal como sucede en el caso del adiós concreto de una persona.
Eso no significa que pese a la primera fase de fuerza colectiva que se vive en un despido en masa, no surjan muy pronto los matices individuales porque cada trabajador hace frente a sus circunstancias. Es decir, es consciente de que tiene que pagar los gastos de sus facturas.
El despido individual
El despido individual es muy complejo a nivel emocional porque el parado puede tener sentimiento de culpa al echar la vista al pasado y considerar que se equivocó en algunas de las decisiones que tomó anteriormente. No existe una máquina del tiempo a través de la que podamos cambiar lo ya escrito, por tanto, conviene vivir ahora. Otro de los miedos más profundos que surgen en un parado es el temor al qué dirán los más cercanos.