Cómo elegir la forma jurídica más adecuada para la empresa


A la hora de crear una empresa, una de las decisiones que los emprendedores tienen que adoptar es la elección de la forma jurídica. Una decisión que debe ser analizada y estudiada, puesto que debe optarse por la mejor para la actividad empresarial y el proyecto de negocio que se vaya a desarrollar.

Dentro de los aspectos que se deben tener en cuenta a la hora de tomar esta decisión es el tipo de actividad que se va a ejercer, ya que ésta condiciona la elección, puesto que hay casos en los que la normativa actual que se aplica a ese sector establece una forma jurídica específica.

Además de este factor, otro elemento a tener en cuenta es el número de promotores, dado que igualmente condiciona la elección. De esta manera, como pauta general, puede seguirse que si hay varios promotores lo más idóneo es constituir una comunidad de bienes o una sociedad, aunque también cabe tener presente que las sociedades anónimas y las sociedades de responsabilidad limitada pueden ser igualmente unipersonales.

Asimismo, al tomar la elección, cabe valorar la responsabilidad que van a tener los promotores, dado que cada sociedad establece un determinado nivel de responsabilidad. De este modo, cabe decir que la responsabilidad puede quedar limitada al capital que se aporte, lo que sucede en las sociedades anónimas y de responsabilidad limitada, o bien ser ilimitada, viéndose afectada por lo tanto al patrimonio mercantil como al civil, situación que esta última se da en el empresario individual y en la sociedad colectiva, entre otras formas jurídicas.

Otro factor que influye en esta decisión es la dimensión económica del proyecto, puesto que hay sociedades para las que se precisa un capital mínimo.

Y no hay que olvidarse tampoco de los aspectos fiscales, campo en el que hay que sopesar los costes fiscales. En esta línea cabe recordar el hecho de que las sociedades tributan en el Impuesto sobre Sociedades, mientras que las Comunidades de Bienes lo hacen en el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas. Por su parte, los empresarios individuales lo hacen también en el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas, en el que el tipo impositivo va elevándose según aumentan los beneficios.

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