A la hora de crear una empresa una de las posibilidades existentes dentro de las formas jurídicas por las que se puede optar es la del empresario individual. Una figura que es de las más empleadas en España porque es idónea para crear las empresas que son de reducido tamaño en las que, por ejemplo, hay un titular y varios trabajadores que están contratados, o bien para poder iniciar una actividad empresarial en los casos en los que no se disponga de capital suficiente para constituir otro tipo de sociedad. Una figura que presenta varias ventajas, pero que también conlleva inconvenientes que hay que conocer y valorar antes de tomar la decisión.
Entre las ventajas se halla el hecho de que no se precisa de formalidades específicas, lo que reduce sustancialmente los trámites administrativos y legales que deben darse y el capital que se precisa para su constitución, puesto que sólo se requiere personalidad física. Además, tampoco es obligatorio figurar dentro del Registro Mercantil, aunque sí es conveniente dar este último paso para poder obtener el beneficio de la publicidad del registro.
Sin embargo, esta opción presenta una serie de inconvenientes. El más importante de ellos es que las deudas y obligaciones del negocio se asumen como bienes personales al no diferenciarse entre el patrimonio del empresario y el de la empresa. Un dato que, además, hay que tener muy presente en el caso de haber contraído matrimonio y del régimen de bienes por el que se haya optado en el momento del enlace.
También hay que tener en cuenta que en el caso de que sean varias las personas que quieren poner en marcha la iniciativa empresarial, pero opten por la forma jurídica del empresario individual, se deberá constituir la empresa por parte de uno de ellos, teniendo que ser el resto contratados por la empresa que se cree. Una situación en la que, sobre todo, para que funcione adecuadamente se debe tener confianza, siendo igualmente imprescindible la responsabilidad mutua para evitar problemas en su funcionamiento y desarrollo.
Además, la decisión de quien va a ser el empresario y quienes los contratados debe sopesarse muy bien para elegir el perfil más adecuado, siendo conveniente también dejar muy claro desde el principio las relaciones que se establecerán en el marco de la empresa.