Emprender no es una tarea fácil. Y todavía resulta más difícil afrontar este reto en un momento de crisis económica en donde hay que valorar los riesgos mucho más. Sin embargo, a veces, el emprendedor tiene que hacer frente a emociones poco agradables. Así sucede, por ejemplo, cuando afronta un fracaso y los resultados no son los esperados.
La realidad es que se debe disociar por completo el resultado de un negocio con la valía personal de un ser humano. Es decir, el talento de un emprendedor no se reduce a los números de un negocio brillante, sino que los fracasos, en general, son una experiencia relativamente frecuente a lo largo de una carrera larga y extensa. La obsesión por saber más y más causa estrés y ansiedad. Por ello, cualquier persona debe relajarse para poder trabajar con mayor libertad.
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